QuiÉn Soy

“Mi propósito es acompañar a las personas en el “camino a casa” a través de un acompañamiento compasivo, respetuoso, auténtico y movilizador, luego de haberse extraviado producto de experiencias personales que son vividas desde emociones que han dejado experiencias del pasado.“

QuiÉn Soy

“Mi propósito es acompañar a las personas en el “camino a casa” a través de un acompañamiento compasivo, respetuoso, auténtico y movilizador, luego de haberse extraviado producto de experiencias personales que son vividas desde emociones que han dejado experiencias del pasado.“

Acerca de mi camino de sanación

“Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”, es una conocida frase de Eduardo Galeano, y me hace mucho sentido, también ahora que te quiero contar acerca de mí a través de lo que ha sido mi camino de sanación.

Desde siempre he sido estudiosa del comportamiento humano, impulsada por mi propio camino de autoconocimiento constante. Por eso, he invertido mucho en trabajo personal, que es parte muy importante de la materia prima con la que cuento hoy para acompañar a otros.

Producto de una experiencia de separación que me removió muchísimo, donde experimenté un fuerte sentimiento de soledad y desconexión de mi misma, nació, desde un lugar desconocido por mí, la firme decisión de hacerme cargo de lo que me pasaba, comenzar un camino de autoconocimiento, enfrentar lo que descubriría de mi, todas esas sombras ocultas detrás de creer que todo estaba bien (o querer creer que así era), mientras seguía el conducto regular de lo que la sociedad nos impone como camino…Educarnos, ejercer una profesión, ¡ojalá exitosa!, casarnos, tener hijos…

Aún recuerdo mi declaración en primera sesión de terapia “no quiero que esto me vuelva a pasar, quiero saber qué pasa conmigo”, en ese instante sentía que algo en mi no andaba bien y que no surgió con la separación, sino antes, lo que me hizo darme cuenta que por no reparar en eso a tiempo, hice daño.

Luego comprendí muchas cosas, entre las más importantes, que el daño me lo hice primero a mi y que nada ocurre en vano ni tampoco me servía culparme, pues simplemente hice lo que pude con las herramientas que en esos momentos tenía.

Los frutos de esa simple, pero tan sentida declaración han sido inmensos, impensados. He logrado conectar con quién soy, mis heridas más profundas, esas que creo es necesario sanar para no empañar nuestro entorno con ellas, no demandar a la vida ni a los otros, algo que no he construido primero en mí.

Entrar en este camino de autodescubrimiento ha sido doloroso, pero es a la vez el que me ha dado paso a la alegría, esa que va más allá de una sonrisa en la cara. Es sentir el corazón y alma abierta a la vida, al poder asombrarme con detalles, de emocionarme frente a la naturaleza, al conocer una persona amable o llena de talentos, ante un animal, un amanecer, un atardecer y muchas cosas más que antes eran tan invisibles para mi.

Creo que si no hay contacto con la tristeza y esos lugares nuestros más oscuros (a consciencia) no hay posibilidad de experimentar real alegría.

Producto de mi proceso nace la profunda sensación de libertad, de no depender de circunstancias para ser feliz. Y es esa sensación la que voy conquistando a medida que se me presentan distintos desafíos, pues nunca se termina de aprender.

Es esa característica de infinitud del aprendizaje lo que revela para mí lo que es la maestría de la vida, esa bendita tarea constante que me mantiene en real contacto con la vida, mi propósito y mis consultantes/coachees.